SENTIDO Y SENSIBILIDAD

Artículo que realicé para MUSICOMANÍA - Boletín informativo de la Banda de la Escuela de Música de Bullas - y que aparece en el Nº 40 (del 9 de Noviembre al 1 de Diciembre de 2005)

“Mientras tocabas el instrumento de la vida se hizo, incomprensiblemente, el silencio. Un silencio que todavía no estaba escrito, pues te quedaban demasiados compases por interpretar. Un silencio que, estando fuera del pentagrama, invadió la partitura y puso punto y final a la sinfonía, dejándola incompleta e inacabada. Pero el sonido de la trompeta no quiere callar y ahora suena fuertemente en el interior de nuestros corazones.”
Este breve poema titulado SINFONÍA INCOMPLETA está dedicado a Juan Antonio Huéscar Muñoz. Lo escribí en nombre de mis compañeros poco tiempo después de su muerte para una placa en su tumba. Ese mismo año (1996), en el Concierto de Santa Cecilia, se rindió homenaje a 3 trompetas que murieron en accidente: Eugenio Sandoval López “El Ñeño”, Juan Pedro Guirado Sánchez: “El Peyo”, y Juan Antonio. Desde entonces, en el Concierto de Santa Cecilia se viene homenajeando a 3 músicos de la localidad para reconocer su trayectoria musical. Todo esto viene a colación porque hace unos días releí algunas páginas del libro: “Historia de la Música en Bullas y La Copa”, de Juan Sánchez Pérez, del cual tenemos todavía bastantes ejemplares en la Escuela de Música. En esos momentos, al hilo de aquellas líneas, se despertaron muchos recuerdos como por ejemplo toda esta introducción. También recordé que el nombre de nuestro Boletín no solamente tiene relación con el nombre de una tienda de música de Sevilla: “Musicomanía”, de la cual hemos adquirido varias partituras, sino que también tiene relación con una canción que compuse para todos mis compañeros titulada: “Pequemanía”. Y además, que si en aquellos tiempos hubiésemos grabado un disco no hubiéramos tenido ningún problema para ponerle título. Podíamos elegir entre varios, como por ejemplo: “Los Peques en el Río” / “Como Peques en el agua” / “No Peques más” / “55 días con los Pekes” (recordando a la famosa película: “55 días en Pekín”) / “La Memoria de los Peques” (en referencia al disco de Ismael Serrano: “La Memoria de los Peces”) / “Los Peques se van de Marcha”... También recordé igualmente como jugaba horas y horas con tanta ilusión creando coreografías al ritmo de la música que iba escuchando, y como me pasaba las horas corriendo, “volando” y arrastrándome por los suelos, al son de la misma música, tal y como la sentía en esos momentos. Ahora que ya ha pasado mucho tiempo, la ilusión sigue siendo la misma, incluso más que antes, cuando era solamente un niño, solo que ya no me tiro por los suelos: ya lo hacen otros por mí. Porque cuando te sumerges en una actividad cualquiera, ya sea estudiar, leer, escuchar, hablar (hay conversaciones con algunos de vosotros que han superado las 4, 5 y hasta 6 horas), reflexionar, analizar... hay que olvidarse prácticamente de todo lo demás y entregarse por completo a dicha actividad, de la misma manera que un niño se olvida de todo cuando está jugando. En EL VALOR DE EDUCAR, de Fernando Savater, se cuenta una anécdota de un niño que está entregado absolutamente a sus juegos y cuando le dicen que ya es hora de ponerse a hacer los deberes suspira diciendo: “¿A estudiar, ahora? ¡Con todo lo que tengo que hacer!”. Hay días que estás horas y horas sin que salga ni una sola idea o las que surgen no son exactamente las que tu estás buscando. Pero cuando menos te lo esperas salta la chispa que estás esperando y todo ese tiempo, que parecía perdido en un principio, al final lo das por bien empleado. A veces esa idea puede surgir en cualquier situación cotidiana: cuando estás caminando, cuando vas en el coche o cuando te estás tomando un café... Incluso, un pequeño gesto y una simple mirada podría ser suficiente. Todo es cuestión de traducirlo y luego reorganizarlo conforme tú quieras. Para ello se necesita tiempo, pero sobre todo, mucha tranquilidad, paciencia y constancia. Porque es mucho más importante lo que se exige cada uno consigo mismo que lo que se te pueda exigir por parte de cualquier otra persona. Porque cuando crees verdaderamente en lo que haces, todo lo demás carece de importancia.

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